ARES
En
la mitología griega, Ares se considera el dios olímpico de la guerra, aunque es
más bien la personificación de la fuerza bruta y la violencia, así como del
tumulto, confusión y horrores de las batallas, en contraposición a su
hermanastra Atenea, que representa la meditación y sabiduría en los asuntos de
la guerra y protege a los hombres y sus habitaciones de sus estragos. Los
romanos lo identificaron con Marte, dios romano de la guerra y la agricultura
(al que habían heredado de los etruscos), pero éste gozaba entre ellos de mucha
mayor estima.
Se lo representa como hijo de Zeus y Hera,
aunque existe una tradición posterior según la cual Hera lo concibió al tocar
una determinada flor, en lo que parece ser una imitación de la leyenda sobre el
nacimiento de Hefesto, y es recogida por Ovidio. También existe una leyenda
similar sobre el nacimiento de Eris, diosa de la Discordia. Su lugar de
nacimiento y auténtico hogar estaba situado lejos, entre los bárbaros y
belicosos tracios, y a él huyó cuando fue descubierto acostándose con Afrodita.
Los helenos siempre desconfiaron de Ares,
quizá porque ni siquiera estaba influenciado por el espíritu de pertenecer a un
bando, sino que a veces ayudaba a una parte y a veces a la otra, según le
dictaban sus inclinaciones. Su mano destructiva se veía incluso tras los
estragos provocados por plagas y epidemias. Este carácter salvaje y sanguinario
de Ares lo hacía ser odiado por otros dioses, incluidos sus propios padres.
ARES DE LA COLECCION DE BORGHESE
1.
PERSPECTIVA: Esta escultura es del estilo
clásico y representa a un varón desnudo,
de pie, cubierto con un casco.
El
artista transmite movimiento a la escultura como si esta estuviera sosteniendo
un objeto con su mano izquierda y apoyándose en la pierna del mismo lado.
Pareciera estar contemplando hacia abajo a algo o a alguien.
2.
TRIDIMENSIONALIDAD: la profundidad en ésta
escultura también es notable. Se aprecia la exactitud y simetría de todo el
sistema muscular externo de Ares, presentando una posición de pie muy realista.
1.
BELLEZA: Hay algo en esta escultura que me llama
poderosamente la atención, y es su expresión facial: denota sorpresa u observación
atenta a algún objeto, acontecimiento o persona. El escultor logró transmitir, además
de la perfecta simetría de la anatomía humana, un elemento humano aún más
complejo: reflejar en el rostro de la escultura una emoción humana. Y es que
las emociones nos hacen ser seres humanos, y en esto radica la belleza de esta
escultura.
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